Hablar del carnaval de Brasil evoca inevitablemente los impresionantes desfiles del Sambódromo de Río de Janeiro, pero existe otro carnaval, el de los «blocos da rua» (comparsas), protagonistas de un espectáculo que saca a millones de personas a las calles de todo el país.
Desde que comenzaron a surgir los «blocos», a mediados de siglo XIX, su influencia no ha dejado de crecer hasta convertirse en el germen de las «escuelas de samba» que desfilan en el templo de Sapucaí y en protagonistas de su propia fiesta en la calle.
Mientras el carnaval del sambódromo es una competición con normas estrictas para las escuelas de samba con un público que paga por el acceso, el carnaval de la calle gana cada año más seguidores porque es abierto, gratuito, espontáneo e informal.
Miles de personas cantan y bailan al ritmo de una banda de músicos, con frecuencia encaramados a camiones que utilizan como escenario para avanzar entre la multitud.
Los miembros del «bloco» habitualmente se «fantasean» (disfrazan) o al menos comparten los colores de sus camisetas, pero el público puede ir vestido como prefiera. No hay reglas.
Estos grupos se financian con actividades propias, patrocinios y aportaciones de sus seguidores y constituyen el motor de las ventas de objetos de carnaval en Brasil.
Como es tradicional, este año cientos de blocos protagonizan el «carnaval da rua» (calle) en Río, Sao Paulo, Recife y las principales ciudades del país.
El más antiguo e importante de Río es «O cordao da bola preta» (El grupo de la pelota negra), fundado en 1918, que desfila el sábado de carnaval, tiene incluso una marcha propia y reúne cada año a dos millones de personas en el centro de la ciudad.
Su mayor adversario está en Recife, «El gallo da madrugada», que figura en el libro Guinness de los Récords y ha llegado a reunir a más de 2,4 millones de personas en un desfile con 16 carrozas alegóricas.
Los nombres de los blocos, además de populares e imaginativos, son resultado de picantes juegos de palabras, que habitualmente tienen un doble sentido sexual, y que contribuyen a su popularidad.
Nombres como «E pequeño mais va crescer» (Es pequeño pero va a crecer); «Já comi pior pagando» (Ya comí peor pagando); «Cutucando atrás» (hurgando atrás); «Senta que eu empurro» (Siéntate que empujo), «É Mole, mas Estica» (Esta débil, pero estira) o «Já que tá dentro, deixa» (Ya que está dentro, deja).
Otros se agrupan por gremios, como el bloco de prensa «Me imprensa que eu gamo» («Me prendes que me vuelvo loco»), un juego de palabras con «imprensa» (prensa), que surgió en 1995 de la iniciativa de un grupo de periodistas.
También, «Te vejo por dentro sou da radiologia» (Te veo por dentro, soy de radiología); «Me beija que eu sou cineasta» (Bésame que soy cineasta), «Desliga da Justiça», una burla de la tira animada de superhéroes «Liga de la Justicia» e incluso «Super Banda Nerd».
Otros, simplemente apelan al humor: «Puxa que é peruca» (Estira que es peluca); «Suvaco de Cristo» (Sobaco de Cristo), que desfila a los pies del famoso Cristo Redentor de Río; «Suvaco de Cobra» o «Virilha de minhoca» (Ingle de gusano); «Me engana que eu gosto» (Engáñame que me gusta), o «Eu tô Liso, mas tô na Mídia» (Soy pobre, pero salgo en los medios).
Los hay también que rinden homenaje a la música, como «New Kids on the Bloco», «Tó de Bowie», o «Originais do Punk», «Samba del Gringo Doido» (Samba del extranjero loco), o a personajes de videojuegos, como Super Mario Bloco.
No podían faltar los que hacen mención a la bebida «Nunca mais eu bebo ontem» (Nunca más bebo el día de antes), «Melhor ser bêbado do que ser corno» (Mejor borracho que cornudo), o «Largo da mulher, mas não largo da cerveja» (Dejo a la mujer, pero no la cerveza).
Algunos optan por recomendaciones que no hay que olvidar, ni siquiera en carnaval, como «Deixa a língua no varal» (Deja la lengua en el tendedero) o «Regula, mais libera» (Controla pero libera).
Para quienes no consigan «liberar» lo suficiente en el carnaval, queda el «Bloco da Ansiedade»