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PERSONAJE

Publicado 18 abril, 2020

Rodolfo Llinás, el cerebro detrás del cerebro

Por Paul Brito

Para el prestigioso neurocientífico colombiano, el amor es un estado funcional del sistema emocional, sólo controlable por otro estado: el odio. Entrevista exclusiva para Actual, que rescatamos en estos días donde la mente y el corazón deberían estar más conectados para afrontar la crisis que ha desatado la pandemia de este coronavirus.

Rodolfo Llinás, médico neurocientífico.

Si la conciencia es la capacidad que tienen las personas de pensarse a sí mismas, alcanzar un profundo conocimiento del cerebro debe ser una de las formas más elevadas de conciencia. El doctor Rodolfo Llinás lleva toda una vida estudiando esa caja misteriosa que dirige la vida de los seres humanos. En treinta años de brillante carrera, sus aportes a la ciencia han sido numerosos; hay, incluso, una ley de fisiología que lleva su nombre.

Fue director de un programa de investigación para la NASA y se desempeña como director del departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York. Sus aportes científicos le han valido muchos reconocimientos, entre ellos la Medalla de oro Albert Einstein en Ciencia de la Unesco, y hoy es el colombiano que más cerca está de recibir el Nobel de Medicina. Ha publicado libros como El cerebro y el mito del yo, prologado extensamente por Gabriel García Márquez.

Quisimos saber lo que piensa del amor y otras cuestiones que se acostumbran a situar más allá del simple soporte biológico de la mente, pero que para Llinás están basados en estados simultáneos y paralelos del cerebro.

Cuando una persona aprende a manejar un vehículo, ¿el vehículo se vuelve una extensión de su mente?
Toda vez que utilizamos una herramienta, por ejemplo un vehículo, este se convierte en una extensión de nuestra motricidad y, por ende, una extensión de nuestro control mental. 

Las funciones de un computador están subordinadas al hombre. ¿A qué están supeditados los estados funcionales del cerebro? ¿A otro estado funcional?
El cerebro no es tan solo la anatomía de sus partes, también es los estados funcionales que es capaz de sostener, como tal es un sistema recurrente y paralelo. Se puede pensar como un sistema estocástico paralelo descendente.

Si el yo del hombre está en su cerebro, ¿cómo puede estar el cerebro supeditado al cerebro, ¿cómo puede el cerebro estar al servicio de él mismo sin caer en un círculo vicioso o en una contradicción?
El cerebro mantiene muchos estados funcionales simultáneos y paralelos y por lo tanto su función es más una competencia interna que un estado funcional único.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer decía que la voluntad está fuera del tiempo y el espacio. Para usted, ¿dónde está o qué es?
La voluntad es una decisión tomada en un momento dado por el sistema nervioso (cerebro) y está supeditada a espacio y tiempo. Es un proceso fisicoquímico.

Según sus propias palabras, la realidad es continua, mientras que la actividad cerebral y muscular es discontinua, o sea, no es paralela a la realidad. Al no poder procesar ininterrumpidamente la información, ¿el hombre está condenado a estar marginado del mundo real, como un Aquiles detrás de la tortuga?
El hecho que la actividad cerebral es discontinua no implica que no sea paralela a la realidad. Cuando corro, mi correr es discontinuo (un paso a otro) pero puedo correr paralelamente a un aro que rueda, como un proceso continuo. Como en el caso de la paradoja de Zenón, lo que él no sabía es que no se requiere un tiempo infinito para recorrer una serie infinita (y Aquiles siempre alcanza a la tortuga). 

¿El universo podría ser otra especie de cerebro en continuo proceso de aprendizaje?
Si el universo es inteligente, por ejemplo si fuera capaz de predecir, lo haría de un modo totalmente distinto del cerebro.

¿El amor es necesario para el desarrollo mental del ser humano? ¿Podría el amor evolucionar hacia un estado más óptimo?
El amor es un estado funcional del sistema emocional. Tal sistema es automático, recuerde a Hume: “la mente es un esclavo de la emoción”, tan solo controlable por otro estado emocional: “no, ya no la quiero, ahora la odio”

¿En algún momento la ciencia podrá recuperar la información acumulada que se pierde con la muerte?
Solo si puede resucitar al muerto, pero la segunda ley de la termodinámica señala que tal proceso es irreversible.

¿La muerte como un absoluto punto final no le quita el sentido a todo el proceso mental y vital del ser humano?
En lo más mínimo. Todo lo contrario. Para mí, la vida, aun con sus límites, es una experiencia preciosa, genuina y suigéneris.

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