Mónica Ríos
Los sabores de la enseñanza
No se trata de una reconocida chef más o de otra docente entregada de corazón a la instrucción: estamos ante una mujer que ha hecho del conocimiento un acto de generosidad, de la enseñanza un vehículo de transformación y de la cocina un lenguaje con el que se comunica con el mundo más allá de los sabores
Eterna aprendiz
Mónica Ríos Conde nació en Barranquilla y, como ella misma dice, lleva en su carácter “el color, la calidez y la energía” que distinguen a su tierra. Pero su trayectoria trasciende geografías. Hoy es directora de Innovación del Instituto Gato Dumas en Colombia, una de las escuelas gastronómicas más importantes del país.
Antes de ocupar este cargo, lideró durante cinco años la sede de Barranquilla, período en el que contribuyó a consolidarla como un espacio de formación creativa y rigurosa. Lo hizo desde el amor por lo humano, con una vocación que no se reduce a enseñar recetas, sino a cultivar pensamiento. “Me gusta pensar que soy una eterna aprendiz. Observo, analizo, pero no me detengo en lo superficial. Me interesa lo que está detrás, lo que explica, lo que sostiene”, afirma. Su manera de ver la vida se derrama en cada aula, receta y conversación que comparte con sus estudiantes y constituye el sello característico de su completa persona.
Educación con alma, técnica y propósito
Aunque podría hablar de premios y reconocimientos, Mónica prefiere centrarse en algo más valioso: la intención. “Mi mérito ha sido no perder nunca la sensibilidad. Enseñar no por enseñar, sino por transformar”, dice. Tal convicción ha guiado su camino como educadora, tanto en la creación de programas como en la relación directa con sus estudiantes.
Uno de los conceptos que mejor la representan es la ingeniería pastelera, una metodología que combina técnica, análisis y creatividad. Con ella, Mónica enseña a observar y corregir desde la lógica, sin renunciar a la belleza del proceso. “Innovar implica más que crear algo nuevo; es ver lo que ya existe con otros ojos”, explica.
Consejos para una mujer líder
Innovar desde la ternura
Mónica lidera procesos que impactan a toda la comunidad Gato Dumas a nivel nacional. Además, es la creadora del programa en línea ‘Pastelero PRO’, diseñado para fortalecer a profesionales del área en Hispanoamérica. Se trata de una apuesta que trasciende la técnica, pues busca, además, brindar herramientas para encontrar la voz propia desde una perspectiva humanística.
En todo caso, antes que protagonismo, Mónica busca coherencia: estructurar modelos pedagógicos sólidos, creativos, que conecten la técnica con el alma y que permitan a los estudiantes comprender y transformar desde la cocina. “La educación, como la cocina, es un acto de cuidado”, explica. Por eso enseña con atención al detalle, pero también con atención al otro. Y, en tiempos en los que abundan los discursos de género, Mónica responde desde su forma de estar en el mundo: con la firme empatía de quien se sabe un líder.
En todo caso, no se rige por discursos de poder ni por posiciones impuestas. Su forma de representar lo femenino es auténtica y humana: “Creo en la equidad real, la que nace del respeto y del diálogo”. Para ella, ser mujer y liderar no implica dureza, sino autenticidad. “Quiero mostrar que se puede dirigir un equipo sin renunciar a la empatía, que se puede transformar una industria desde la sensibilidad”, concluye.
“El desarrollo verdadero no llega si no somos auténticas. Creer en nosotras mismas, salirnos de lo cómodo, poner nuestros talentos al servicio del otro… eso es lo que nos transforma de verdad”.
Mónica Ríos
Influir desde la acción: el ejemplo de mujeres poderosas
Mónica Ríos Conde reconoce que las mujeres que la han formado no han necesitado discursos para ser grandes: han influido desde la acción. Su abuela materna, Delia, fue un ejemplo de pasión por la pastelería y de prudencia; Gala, su abuela paterna, le legó el liderazgo y la escucha generosa; su madre y su hermana, por su parte, le enseñaron a disfrutar sin rigidez, con autenticidad. Y su maestra, Carolina Parra, la ayudó a configurar su visión: “Gracias a ella entendí que vale la pena elegir los retos que nos hacen crecer”, declara.