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ACTUALIDAD

Publicado 24 abril, 2016

Los edificios prohibidos de Egipto, serán abiertos al público.

Antiguos edificios coloniales en desuso, espacios públicos en decadencia e incluso casas privadas del centro de la capital egipcia abren al público con ocasión del Festival de Arte Contemporáneo de El Cairo (D-CAF), cuya quinta edición concluye esta semana.

El festival ofrece a los cairotas la oportunidad no sólo de disfrutar de distintas formas de arte, sino de «colarse» en locales que suelen estar cerrados o destinados a otros propósitos, o que simplemente pasan desapercibidos en medio del caos y bajo la capa de polvo que cubre la capital egipcia.

«Hemos reabierto y rehabilitado lugares que llevaban años cerrados» a lo largo de las cinco ediciones del festival, asegura en declaraciones a Efe su director, Ahmed al Attar.

«Es positivo, tanto para el público como para los residentes del barrio, para dar a conocer estos lugares y revalorizarlos», destaca, al explicar que las localizaciones de los espectáculos son elegidas por las necesidades artísticas.

D-CAF también intenta ofrecer una imagen diferente del centro de la ciudad, que muchas veces se asocia con la decadencia y la aglomeración de personas y en los últimos años con la falta de seguridad, pero que sigue escondiendo rincones con mucho encanto.

Este es el caso, por ejemplo, del club nocturno Shehrazade, situado en una de las pocas calles peatonales de El Cairo: se trata de un local de danza del vientre, que en Egipto es lo más parecido a un prostíbulo.

Pero por una noche, y en el marco de D-CAF, el club cambió de ritmo y de ambiente para ofrecer un concierto de música electrónica del grupo tunecino Arabstazy.

«Vengo sobre todo por el sitio, porque normalmente es un club selectivo y yo no soy el tipo de cliente que entra en estos locales», señala Mina, un joven de 30 años que no ha perdido la oportunidad de acceder por una noche a la sala de estilo arabesco y con pinturas de bailarinas orientales en las paredes.

Asimismo, el público cairota pudo volver a disfrutar de la azotea del edificio que hospedaba la sede del consulado francés, reubicado por motivos de seguridad, y que está cerrado actualmente.

La terraza, desde la cual se domina la calle Talaat Harb, que desemboca en la icónica plaza Tahrir de El Cairo, fue el escenario elegido para un espectáculo interactivo, en el que el público era invitado a dormir una siesta, mientras una voz en off relataba sus sueños.

Un año más, el olvidado centro comercial Sednauoi -inaugurado en 1913, en estilo «belle epoque» e inspirado en los grandes almacenes europeos- fue el teatro de un espectáculo de danza en el que el público formó parte de la coreografía ideada por artistas egipcios y austríacos.

Pese a encontrarse en estado de decadencia y pasar desapercibido por la bulliciosa actividad que hay a su alrededor, en el barrio popular de Ataba, Sednaoui ofrece una localización perfecta para un gran espectáculo dinámico.

Por otra parte, los organizadores destacan que este año el público del festival ha podido disfrutar de la remodelación del centro de la capital, llevada a cabo por la constructora Ismailiya, que patrocina además el evento.

«D-CAF y todos los vecinos se están beneficiando de este proceso de embellecimiento», asegura Al Attar, mientras que su socio, el gestor de Ismailiya, Karim Shafei, destaca en el resurgimiento del centro del Cairo como verdadero corazón de la capital egipcia.

Attar subraya asimismo que, en su quinta edición, D-CAF es un festival reconocido y establecido, y por ello no han tenido problemas para acceder a los muchos y variados espacios en los que se han celebrado decenas de espectáculos de danza, música, teatro, exposiciones y mucho más.

Este año, por primera vez, además de los lugares públicos, D-CAF ha abierto casas privadas del centro para acoger un juego de mesa en el que la ciudad, su mapa y su historia fueron los protagonistas.

Sarah es una joven cairota que ha decidido abrir su apartamento para esta actividad, de la que no sólo ha sido anfitriona sino que ha tenido que involucrarse directamente en el juego, además de ofrecer chupitos de tequila a los ganadores.

«No dudé en apuntarme a esta iniciativa y me lo he pasado muy bien. Repetiría sin ninguna duda», asegura a Efe, al añadir que jamás pensó en posibles peligros, sino que le gustó la idea de abrir su casa para el D-CAF.

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