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ACTUALIDAD

Publicado 17 marzo, 2017

Infidelidades, una reina que duró 13 años con el título y otros escándalos del Concurso Nacional de Belleza

Por Jhon William Archbold
*Agradecimientos a la reinóloga Lupe Dangond por su colaboración.

Después de ochenta y tres años de historia, el Concurso Nacional de Belleza se enfrenta a una serie de cambios significativos en las tradiciones que se habían fortalecido por más de medio siglo. Aprovechamos estas variaciones para recordar algunos momentos paradigmáticos en la historia del Reinado.

En el 2016, por primera vez en cincuenta y cinco años, no se llevó a cabo la edición anual del Concurso Nacional de Belleza. Las razones no son caprichosas, una exigencia implantada por los nuevos dueños del Miss Universo estipula que las próximas candidatas al certamen deben ser elegidas el mismo año en que este será celebrado, por lo que escoger a la Señorita Colombia el pasado mes de noviembre, la habría imposibilitado para representar al país. La reina que sea elegida en este mes de marzo del 2017 permanecerá en el trono hasta el año 2018, cuando el concurso vuelva a celebrarse en el mes de noviembre, como era tradición.

Esto hace fácil que pensemos que Andrea Tovar y la próxima Señorita Colombia serán las soberanas que más tiempo estarán en el trono, pero la historia desmiente esa idea. La primera Señorita Colombia, la cartagenera Yolanda Emiliani Román fue elegida en 1934. Después de su designación pasarían trece años para que se eligiera una sucesora: su prima Piedad Gómez Román. Para el momento de entregar la corona, la reina ya pasaba de los treinta años, estaba casada y tenía hijos. A partir de entonces todas las señoritas Colombia reinaron durante dos años, hasta que se empezó a celebrar el concurso anualmente desde 1962.   

Que Yolanda entregara corona siendo ya una señora no fue algo tan curioso. Aunque resulte paradójico, el matrimonio de una reina de belleza, algo que hoy resultaría inconcebible, era lo más común en ese tiempo. Muchas de las soberanas contraían nupcias con la corona a cuestas, la cual en muchos casos lograba acrecentar su condición de solteras codiciadas. Fue especialmente sonado el matrimonio de Myriam Sojo Zambrano, después de ganar el primer título internacional para Colombia en el Reinado Hispanoamericano y del Caribe en 1950. Un admirador que se había obsesionado con sus fotografías viajó hasta Barranquilla y trató de impedir la boda, incluso amenazando de muerte al novio. También fue famoso el matrimonio de Luz Marina Cruz, Señorita Colombia 1953, quien siempre estuvo estrechamente ligada a las esferas políticas. Su coronación estuvo a cargo del mismísimo Presidente de la República, el General Gustavo Rojas Pinilla, y un año después se desposaría con su Ministro de Educación, Aurelio Caicedo Ayerbe. Muchas de sus sucesoras repitieron la historia, hasta que, en 1970, Piedad Gómez contrajo nupcias un día antes de entregar la corona para luego solicitar el divorcio unas horas después. Siendo el tema aún objeto de polémica, a partir de ese momento el matrimonio de una reina en ejercicio no fue bien visto, y la barranquillera María Luisa Lignarolo, en 1972, fue la última Señorita Colombia en entregar la corona estando casada.

Yolanda Emiliani durante su reinado

A propósito de enamorados, la historia del Concurso no ha estado exenta de líos de faldas y corazones rotos. En varios años, recientes y de antaño, han corridos por los pasillos historias de reinas que se han robado los novios de sus compañeras. Quizá la más famosa es la de Luz Marina Zuluaga. Quién lo creyera. Mientras la primera Miss Universo colombiana estaba en Long Beach, California, representando al país, la que fuera su mejor amiga en el Reinado, Luz Carime Alhach, Señorita Valle, le quitó el novio. Aunque poco debió importarle a Luz Marina, quien por sus nuevos compromisos adquiridos poco tiempo tendría para pensar en amores. Pero un caso verdaderamente curioso ocurrió en 1974, a la que fuera ganadora de ese año, la santandereana Ella Escandón. A medida que avanzaba el concurso, Ella notaba que su estilista usaba los colores y peinados que menos le convenían. No entendió la razón, hasta que supo que este era novio de otro peluquero que a su vez era íntimo amigo de una de sus mayores rivales. Por órdenes de su pareja, venía dejando a la santandereana con la peor apariencia posible. Afortunadamente la belleza de Ella logró sobresalir y en Miss Universo logró dejar a Colombia en la final, después de casi 20 años.

Luz Marina Zuluaga y Luz Carime Alhach cuando eran amigas durante el concurso

Uno de los cambios más significativos de este año será la variación del cuadro de honor. El número de finalistas se reducirá a tan sólo tres posiciones, desapareciendo las figuras de la segunda y tercera princesa. En las primeras ediciones del Reinado no existía ninguna de estas, fue en 1961 cuando se eligió una virreina y princesa. En 1967 el número de princesas aumentó a tres y hasta el 2015 se había mantenido así. Aunque en 1972 se dio una situación más que especial. El cuadro de honor aumentó para darle un lugar especial a una única cuarta princesa. Ese año fue invitado como miembro del jurado el entonces presidente del Miss Internacional, un japonés que estaba fascinado con la Señorita Magdalena Rosa Maya Dávila. Cuando esta no logró obtener un lugar entre las finalistas, el jurado se negó a firmar el acta si ella no era incluida en el cuadro final, así que doña Teresa Pizarro decidió abrir un espacio para una cuarta princesa, que más tarde se convertiría en una de las modelos más famosas de la década.

Finalistas de la última edición del reinado

No todo es color de rosa, las reinas no viven para siempre. En esta edición de Señorita Colombia se presentará un sentido homenaje a Luz Marina Zuluaga, quien falleció hace un año, aunque con la satisfacción de haber visto coronada Miss Universo a otra colombiana. La primera vez que tuvo que realizarse un memorial de este tipo fue en noviembre de 1970, después de la trágica muerte de la Señorita Colombia 1963 Leonor Duplat. Ella se hizo famosa porque declaró públicamente que había participado en el Reinado para comprarse un convertible rojo con el dinero del premio. Paradójicamente, siete años después murió en un accidente automovilístico. De otro lado, en la catástrofe de Armero desapareció la ex reina Maritza Ibarra, la primera en representar los entonces denominados territorios nacionales. Como si fuera poco, hace más de una década el país se conmocionó con la historia del asesinato de Doris Gil, Señorita Colombia 1957, la misma que renunció a participar en Miss Universo dándole la oportunidad a Luz Marina. Doris fue secuestrada con su esposo Helmuth Bickenbach. Posteriormente fue liberada, pero se negó a abandonar a su marido, demostrando la intensidad de su amor por él, hasta la muerte.

En los próximos años seguramente seremos testigos de más cambios, verdaderas fábricas de historias que terminarán por desembocar en un artículo de este tipo. La gracia de estas historias es que nos recuerdan que, detrás de los rigores de la perfección a la que parece estar condenado el mundo de los reinados, siempre logran escurrirse algunos vestigios de realidad.

Leonor Duplat, la reina que participó para poder comprarse un convertible rojo

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