Heidy Navarro Escorcia
Un susurro de amor y ciencia
No necesita alzar la voz para marcar la diferencia. Su presencia serena, su mirada empática y sus disposición innata para escuchar la convierten en una figura influyente dentro y fuera del aula. Ella es Heidy Navarro, quien, desde la Vicerrectoría del Colegio Alemán de Barranquilla, se esfuerza por resolver cada día la compleja ecuación de educar en el siglo XXI.
Sumar, siempre sumar
Nacida con una inclinación natural hacia las ciencias exactas, Heidy se formó en matemáticas y física, guiada por una fascinación temprana por los números y por la paciencia que exige comprenderlos. Sin embargo, su verdadera vocación se hizo luz cuando descubrió el poder transformador de la educación. En su recorrido, que comenzó como profesora de matemáticas en primaria, aprendió la enorme responsabilidad de guiar los primeros pasos del aprendizaje formal, una ecuación compleja en sí misma. “Allí comprendí que educar no era solo enseñar, sino sentar bases de vida”, señala. Más adelante, al incorporarse al programa del Bachillerato Internacional en el nivel secundario, se convenció definitivamente, como buena matemática, de que formar integralmente implica sumar y seguir sumando.
Hoy, Heidy se define, antes que nada, como esposa, madre e hija. En estas dimensiones reconoce que encontró la raíz de su vocación como mujer educadora, pues la capacidad de escuchar y el cuidado genuino por el otro se hicieron norma en su existencia. “Tengo una alta sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Eso, definitivamente, le da verdadero sentido a mi labor”, declara.
“Cuando uno conversa con un padre de familia, está hablando con alguien sobre su tesoro más preciado. La labor del maestro es preservar ese tesoro”.
Heidy Navarro
Liderazgo académico y humanístico
Actualmente, Heidy es vicerrectora y directora del programa de Bachillerato Internacional en el Colegio Alemán de Barranquilla, una de las instituciones educativas más reconocidas por su calidad académica en la región. Desde allí, ejerce un liderazgo pedagógico y administrativo que ha sido clave en la consolidación de un modelo educativo centrado en el desarrollo integral del estudiante.
Acompaña a los docentes en sus procesos de formación y crecimiento profesional con el fin de asegurar que cada acción impacte positivamente en el acto de aprendizaje. Asimismo, garantiza la implementación efectiva del proyecto académico a partir de la alineación de políticas, estrategias y objetivos para convertir la promesa educativa en una realidad tangible.
“He aprendido a traducir la visión institucional en proyectos concretos que transformen las aulas”, señala. Y lo hace sin perder la calma, con esa cualidad que sus estudiantes identifican de inmediato: paz. “Si tuviera un superpoder, sería transmitir tranquilidad. Mis alumnos lo dicen: cuando entran a mi oficina, sienten que están entrando a un recinto de armonía y cuidado”, relata con una sonrisa cálida en los labios.
Un legado de paz heredado de su madre
Entre las mujeres que más la han inspirado, Heidy menciona sin dudar a su madre, Anay Escorcia: “Fue una guerrera que sentó las bases más importantes de mi vida. Me enseñó a ser empática, a organizarme, a ser sensible al dolor ajeno”. En este mundo acelerado, su heredada capacidad de transmitir paz constituye, en efecto, un remanso para quienes tienen la dicha de sentir su calidez.
Una escuela que escucha
En el Colegio Alemán los estudiantes no solo aprenden, sino que proponen, lideran y transforman. “Aquí tienen un rol activo. Los escuchamos. Se organizan, gestionan eventos, lideran actividades de alto nivel… Es una escuela que confía en sus jóvenes”, explica Heidy.
Desde su rol como vicerrectora, se esfuerza por conectar esa energía estudiantil con una estructura institucional sólida. Así ha logrado articular la planificación con la innovación y asegurar que las propuestas del alumnado no se queden en ideas, sino que se conviertan en realidades. En todo caso, para ella, educar no es imponer, sino acompañar, y por eso cree firmemente que su verdadera influencia no está en el cargo que ocupa, sino en la confianza que inspira. Se trata, evidentemente, de una líder que confía en que el conocimiento florece cuando se siembra con empatía; una mujer que ha hecho de la educación un acto de paz.
La fuerza femenina en la educación
Para Heidy, la mujer tiene un papel esencial en el mundo educativo, tanto por su sensibilidad como por su capacidad de guiar “Tenemos una habilidad única para comprender las emociones, para conectar con lo humano”, declara. Su maternidad le permitió entender mejor a los padres de familia y, con ello, afinar su lenguaje como educadora. Por eso no cree en la rigidez, sino en la guía firme pero tierna.