Daddy Yankee irrumpe en los tribunales: demanda de millones y cambio de nombre artístico
El ícono del reggaetón, Daddy Yankee —cuyo nombre real es Ramón Luis Ayala Rodríguez— se presentó recientemente en una audiencia federal en Puerto Rico para enfrentar un nuevo capítulo de su batalla legal contra su exesposa, Mireddys González, y su hermana, Ayeicha González
Lo que comenzó como un conflicto matrimonial se ha convertido en una guerra empresarial de proporciones millonarias.
Foto: REX Features/Shutterstock /The Grosby Group
El cantante acusa a las mujeres de manipular y borrar documentos fundamentales de sus empresas El Cartel Records, Inc. y Los Cangris, Inc., precisamente cuando estaban perdiendo el control legal de estas entidades. Se exigen más de 12 millones de dólares en daños directos, además de 5 millones en daños punitivos por empresa, y 1 millón en compensación por compañía, lo que podría elevar la reclamación total a más de 20 millones.
También se señala que se borraron comunicaciones esenciales vinculadas a la venta de su catálogo musical y su despedida musical La Última Vuelta World Tour.
Horas antes, en marzo, ya había interpuesto otra demanda por 250 millones de dólares en tribunales, acusando a González y su hermana de retiro no autorizado de 100 millones de dólares de las cuentas corporativas, además de violaciones fiduciarias, incumplimiento de contrato y defamación.
Este caso trasciende lo legal: mezcla poder, finanzas y emociones en un escenario donde el legado artístico y la familia convergen en una disputa pública sin precedentes
En declaraciones a la prensa frente a los tribunales, Daddy Yankee admitió que prefería evitar este desenlace: “Siempre estuve abierto a acuerdos, pero terminamos aquí”. Como medida adicional, decidió abandonar el nombre “Daddy Yankee” —ahora registrado legalmente— y adoptar uno nuevo, «DY», para proteger sus ingresos y evitar futuras disputas con su exesposa.
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El enfrentamiento legal también ha golpeado a su familia. Su hija menor, Jesaaelys, visiblemente afectada, ha descrito la situación como «más que lacerada», reflejando el peso emocional que el conflicto ha dejado en su círculo más íntimo.