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ENTRETENIMIENTO

Publicado 22 diciembre, 2020

Entrevista

Ana Sofía Henao:

Una princesa de carne y hueso

Es modelo y diseñadora de espacios, de profesión; también es escritora e ilustradora. Nació en Medellín, desde donde forjó, hace más de veinte años, una exitosa carrera en el modelaje. Es recordada por ser la imagen anual de las portadas de una famosa línea de cuadernos en Colombia. Actualmente está casada con Juan Pablo Betancur, con quien tuvo a la pequeña Candelaria.

¿Cómo has hecho para mantenerte vigente en el modelaje durante 21 años?

Empecé desde muy pequeña a trabajar en este medio. Es una combinación de muchas cosas: disciplina, entrega, amor por lo que hago, hacer siempre campañas que me identifican, y disfrutar siempre lo que hago. El amor y la pasión que ponemos en las cosas que hacemos, tienen mucho que ver con el proceso y la vigencia en esta profesión.

¿Qué consejo le das a los jóvenes que desean perseguir el sueño de ser modelos?

Que sean muy constantes y disciplinados. El modelaje para mí es una profesión, no un hobby, que me ha dado muchas bendiciones y cosas lindas. Creo que no nos debemos desanimar porque alguien nos diga “no”, porque el “no” en la vida, no significa que no podamos lograrlo. Tenemos que creer en nosotros y luchar por lo que queremos, y la constancia es importante y fundamental porque las cosas no se logran de la noche a la mañana.

Tres sueños tuyos hechos realidad.

Mi familia, mi libro y mi profesión.

¿Cómo es la vida cotidiana de Ana Sofía Henao?

En esta casa madrugamos porque Candelaria se despierta entre 4:30 y 5:00 de la mañana. A ella la alisto temprano y hago ejercicio. También depende de si tengo sesión de fotos, pues normalmente son desde muy temprano, así como si tengo reuniones o entrevistas.

A veces los días son más tranquilos, pero por lo general cuando hay campañas y fotos que hacer, son más complicados, pero siempre los disfruto mucho.

¿Cómo eres en tu faceta de mamá?

Con Candelaria es un reto todos los días. Yo creo que uno como mamá o como papá se reinventa minutos a minuto, por lo incierto de las situaciones, pero mi experiencia ha sido hermosa, muy difícil y encantadora. Soy una mamá muy tranquila y quiero que mi niña viva y explore, y que disfrute la vida a su manera. La quiero acompañar y guiar, pero como hicieron mis papás conmigo. Quiero que sea feliz siendo un individuo autónomo que desarrolle su personalidad como le gusta. A mí me preguntan si quiero que Cande sea modelo; yo digo que lo que ella quiera a mí me va a hacer feliz, sea científica, doctora, escritora o cantante.

¿Te gustaría tener más hijos?

Los hijos son una bendición y una alegría muy grande, pero también una responsabilidad igual de grande. En este momento nos estamos gozando a Candelaria, que fue muy soñada, y no sabemos si más adelante decidamos tener otro bebé. Esperemos a ver qué nos trae la vida.

¿Cuál es tu secreto para mantener una relación de pareja armoniosa?

La clave para mí es el respeto, la admiración, la entrega, y el querer y luchar por la familia siempre, sin importar las circunstancias. Pero todas las personas necesitamos y vivimos el amor de una manera diferente y queremos cosas diferentes. Siento que esos componentes son fundamentales para el éxito de una relación.

¿Qué rutinas de belleza te permiten continuar así de joven y hermosa?

Desde muy pequeña he sido consciente de que vivo de mi imagen, y por eso debo cuidarme. Tengo una vida muy saludable y tranquila, y creo que uno refleja lo que es y lo que siente por dentro no solo en espíritu, sino también en lo físico.

La disciplina es fundamental. Hago pilates y tengo un entrenador personalizado que guía mi rutina de lunes a viernes, durante una hora u hora y media. Los fines de semana no hago absolutamente nada de ejercicio. La rutina de cuidado de la piel también es para mí infaltable, la hago todos los días, e incluye limpieza e hidratación, para prevenir muchas cosas a largo plazo.

Tu libro se titula Belinda, princesa de fuego. ¿Crees en las princesas y en un mundo mágico?

Definitivamente sí. A Cande se lo he enseñado, y las personas que me conocen saben que la magia es fundamental en mi vida, forma parte de ella día a día. Creer en esas historias, de una u otra manera, y hacer de ellas algo lindo, ha sido mi vivencia.

Creo en los príncipes, los cuentos de hadas, los castillos, pero de una manera diferente. Las princesas existimos, pero no somos como Cenicienta, sino como guerreras de la vida. Todas las personas nos deberíamos sentir príncipes o princesas siempre, no con ese ideal de tener, sino de los que luchan y trabajan por sus sueños todos los días, y encuentran magia en todo lo que los rodea. Hay personajes malos, otros que ayudan. Hay personajes que ayudan al personaje que hace parte del proceso, pero siempre hay magia.

Belinda, princesa de fuego de Ana Sofía Henao.

¿De qué trata tu libro? ¿Cuál es el mensaje o aprendizaje en él?

El libro es una historia de princesas guerreras, de una niña en un mundo real que ama las historias, y a través de un libro que encuentra, puede viajar a un mundo mágico lleno de personajes increíbles. Hay caballeros de la luna, unicornios, sirenas, hechiceros buenos y malos.

Siempre me han preguntado si es un cuento feminista, y no, no lo es. Simplemente aquí estoy hablando de personajes luchadores y guerreros que buscan y encuentran la magia interior. Creo que ese es uno de los mensajes del libro, que estamos rodeados de magia y no nos damos cuenta de ella. El otro, y no menos importante, es que ser príncipes y princesas no significa tenerlo todo, sino que tenemos un corazón guerrero y luchador, y que iremos por nuestros sueños sin importar los obstáculos, porque creemos en nosotros.

¿Podría decirse que el personaje principal, Belinda, es tu niña interior?

Yo me atrevería a decir que todos los personajes tienen algo de mí, incluso los más oscuros y malos, porque no siempre somos luz, y no siempre somos cosas buenas. También tenemos confrontamientos internos, y este ejercicio de escribir me enseñó a aceptarlo. Por eso amo este libro, porque en el proceso de escribirlo encontré tantas cosas, y me conocí a mí misma muy bien, porque se encuentra uno con muchos miedos y fantasmas, pero también con mucha magia y conocimiento.

¿Cuál fue el reto más grande que afrontaste al lanzar el libro?

En mi profesión hay muchos paradigmas y mucha gente asume que las modelos no nos podemos dedicar a otras cosas. Cuando empecé a decir que quería escribir y publicar un libro, no todas las personas se imaginaron que yo quería escribir una novela, y que quería ilustrarla. Pero así es la vida, y a eso nos enfrentamos todos los días, a demostrarle a los demás lo que somos y tenemos, a luchar por lo que queremos.

¿Cómo y cuándo descubriste tu talento para la ilustración?

Amo la ilustración a mano y todas en el libro son así, no tienen retoque. Cuando tenía unos siete años y estaba en primaria hubo un concurso de cuentos y yo decidí participar escribiendo un cuento ecológico, y había que escribirlo e ilustrarlo uno mismo. Esa noche me la pasé hasta muy tarde terminándolo, y ahí decidí que iba a escribir un libro, no sabía cuándo, pero lo iba a escribir.

¿Planeas escribir otro libro?

Cuando Belinda estaba en proceso de creación, ya tenía otras historias iniciadas. Yo creo que es el ejercicio de los que escribimos, y es tener muchas historias empezadas. Tengo mi segundo libro en proceso, que se ha demorado un poco más por la pandemia. Estoy trabajando duro y escribiendo e ilustrando para el año entrante, ojalá, ya tenerlo listo.

“El tiempo pasa muy rápido, pero parece que no lo aprendemos tan rápido como para tomar conciencia de esto”, mencionaste alguna vez. ¿Qué crees que debemos hacer para aprender a disfrutar cada instante de nuestra vida y no dejar que el tiempo pase, sin hacerlo?

Cuando pensamos continuamente en el futuro sin concentrarnos en el ahora, aunque suene muy trillado, es lo que necesitamos, estar en el presente, si no nos vamos perdiendo de muchas cosas bonitas e importantes que vivimos diariamente con nuestra familia, en nuestro trabajo; el solo hecho de despertarnos ya es un milagro, pero lo damos por sentado. Cuando no tomamos conciencia de esto -y no digo que yo lo haga siempre-, empezamos a valorar más lo que hacemos y tenemos.

A veces nos sentamos a la mesa y tenemos un celular en la mano en vez de mirar a quien tenemos al lado y preguntarle cómo está. O estamos leyendo un libro y no nos concentramos en la lectura, sino en las ocupaciones del siguiente día. Si está desayunando, tómese su tiempo, pero el tiempo real para disfrutar las cosas en cada instante.

Fotos cortesía de Ana Sofía Henao.

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