Tienen más de cinco lustros de experiencia, comenzaron cuando el rock apenas tenía una escena en Colombia y fueron la clave para crear ese sonido en el país, un ritmo que para Aterciopelados es un «sancocho de música tradicional, popular y la vida en la ciudad con sus olores y colores».
Esa es la opinión de Héctor Buitrago, bajista del dúo, y a la que Andrea Echeverri, voz y guitarra, le agregó en una entrevista con Efe que su sonido llega «de un lado más vivencial e intuitivo», lo que tiene mucho que ver con no ser músicos de academia.
«También hacemos unas mezclas rarísimas que un músico de academia no se atrevería a hacer, pero nosotros en nuestra ignorancia hicimos cosas muy chéveres», agregó Echeverri.
«Había en ese momento (1990) la necesidad de construir un sonido propio, auténtico: un rock colombiano. Había grupos cantando en inglés, haciendo versiones y músicos tratando de organizar una propuesta más local, más bogotana, más colombiana», apostilló Buitrago.
Fue en aquel año cuando ambos decidieron conformar el dúo Aterciopelados, que comenzó bajo el nombre «Delia y los Aminoácidos», y dar un puñetazo en la mesa del rock colombiano que tuvo su eco en toda América Latina.
Desde entonces han sacado siete discos de estudio, uno en directo y ahora vuelven con toda la energía para presentar su último trabajo: «Reluciente Rechinante y Aterciopelado», un DVD que recoge uno de sus conciertos más especiales acompañados de colegas de profesión.
Entre medias se han convertido en un icono del rock, han desdibujado las fronteras del género, han jugado con él, se han unido y separado y han desarrollado carreras en solitario.
Además, han construido un sonido que les ha elevado al éxito y han podido «acuñar un rock local» con sus propias «cotidianeidades, lenguaje y vivencias», según explicó Buitrago.
Y todo ello con períodos de actividad por separado que, para Echeverri, han sido «la clave» para mantener su impulso creativo durante 26 años.
«Aterciopelados tiene un camino, pero ha habido espacios para trabajar por separado. (Eso ha permitido) oxigenación», destacó.
Buitrago lo complementa: el camino también ha estado trufado de «la exigencia de no quedarse en una fórmula, una estructura de una canción que funciona e intentar dar un paso hacia adelante».
«Eso va en la medida en que buscamos crecer como personas, como seres espirituales, hay un poco de todo que va alimentando la música», subrayó.
En esos 26 años de actividad, Colombia ha cambiado radicalmente y ha pasado de ser un Estado al borde de ser considerado «fallido» por la ONU a una nación que se acerca al fin de más de medio siglo de conflicto armado con un notable crecimiento cultural que ya no está solo a la sombra de Gabriel García Márquez.
«Cuando empezamos estaban las bombas de Pablo Escobar, había guerra, violencia, corrupción y cuando ves ahora el panorama pinta bien, pero en realidad están pasando las mismas cosas», afirmó Echeverri.
«Uno quisiera que la meta estuviera mucho mejor y la humanidad diera ese paso, pero realmente la corrupción y la desigualdad siguen parecido», completó Buitrago.
En este sentido subrayó que Colombia va «tratando de tomar conciencia de eso» e intenta «que lleguen mejores gobernantes», lo que es una de las razones para que hagan canciones «tipo protesta».
A nivel musical, Echeverri considera que «la cosa está también floreciendo», puesto que cuando empezaron la escena era muy estrecha y las bandas estaban más constreñidas a Colombia, algo que ahora no sucede, si bien «también es más competido, pero hay más infraestructura».
Esa parte de su música, la del compromiso con temas diversos como el feminismo, el ecologismo o la defensa de los derechos humanos, ha formado parte de su carrera y «caracteriza su eclecticismo», según la cantante.
Por ello, «en un mismo disco puede haber canciones muy tristes y muy alegres, muy comprometidas antibélicas, feministas, ecologistas o ancestrales», pero «también de bailes, de tusa (despecho) y de amor», destacó.
«En el caso de Héctor con su activismo ecológico y en el mío más derechos humanos y feminismo. De pronto no es lo más popular, de pronto no va al ‘top’ de las listas, pero es lo que te mueve, lo que te interesa», comentó.
«Es más difícil que una canción escrita para un río tenga más éxito que una que habla de amor y todo eso. Pero tratamos de que siga la poesía, el juego, el humor y mucha gente se conecta», concluyó Buitrago.