Una cara vale más que mil palabras a la vista de las cifras que arroja el mundo de los emojis: más de 700 millones se comparten cada día en Facebook y 250 millones al mes en Twitter. Una suma astronómica que da cuenta del impacto mundial en la cultura popular de las caras sonrientes y los corazones.
Todo comenzó en 1990, cuando la operadora móvil japonesa NTT creó una colección de 176 dibujos que se convertirían en el origen de este lenguaje universal en internet, aunque no fue hasta 2008, al lanzar Apple su primer catálogo de estos dibujos, cuando dieron el salto a la conversación mundial. En total hay 2.823 aprobados por Unicode -el consorcio que regula su uso- y su uso crece cada día.
Según un estudio de la consultora Brandwatch sobre Twitter a nivel mundial, los emojis son más usados por mujeres (61%) que por hombres (39%), y fundamentalmente se usan para expresar emociones positivas; tres cuartas partes de estas pequeñas imágenes son positivos.
En los últimos dos años, los emojis que expresan miedo alcanzaron su máximo histórico en el periodo previo al referéndum inglés sobre la UE, y los que expresaban tristeza alcanzaron su pico en mayo de 2017, tras los ataques terroristas en Manchester, mientras que los iconos de alegría se disparan en Navidad y Año Nuevo.
Aunque la cara llorando de risa y el tradicional corazón rojo son los más usados, según los datos de varias redes sociales, también hay sitio para excentricidades para todos los gusto. Zombis, granjeros, yoguis o malabaristas, dinosaurios, unicornios, varias versiones del mono, pintarse las uñas, lavarse el pelo o comidas como la paella o un cuenco de ramen (sopa de fideos japonesa).
Los emojis tienen sentido en las comunicaciones en internet donde el espacio está limitado y estos iconos ayudan a «reforzar el discurso, aportar un toque de humor o a trasladar un sentimiento».
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