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DEPORTE

Publicado 25 julio, 2018

Más que unos juegos

La organización y celebración de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe ha sido un gran motivo de orgullo y alborozo para toda la ciudad. Sin embargo, en esta instancia, es interesante preguntarnos: ¿qué repercusiones tendrán este evento y los nuevos escenarios en la ciudadanía? ¿Tiene la apuesta deportiva una auténtica capacidad de impulsar el turismo a nivel local?

Los juegos no sólo están siendo una sensación mediática; serán a la larga una inversión cuyos frutos recogeremos durante mucho tiempo.

Ser la sede de un gran evento a nivel regional, continental o mundial es una distinción que muchas ciudades en el mundo entero persiguen con afán. Además de demostrar su capacidad y nivel de desarrollo, lo cual por supuesto se convierte en un atractivo en materia de inversión e impulso turístico, una experiencia de esta naturaleza llega a impactar profundamente la cultura y la proyección de una ciudad, e incluso el país entero.

Las últimas administraciones del distrito se han preocupado por que el desarrollo cultural, deportivo y turístico de Barranquilla esté a la par con su crecimiento económico. La postulación de Barranquilla y la acogida de estos juegos están en plena sincronía con ese propósito; por eso es importante reflexionar en la repercusión futura que estos tendrán, más teniendo en cuenta la inversión astronómica que ha realizado la ciudad, el departamento y la nación para que los escenarios deportivos estén en las mejores condiciones. Por eso vale la pena preguntarnos: ¿qué podemos esperar los barranquilleros después de la celebración de los juegos? ¿Qué efectos tendrá a mediano y largo plazo para la percepción interna y externa de la ciudad?

El poder del escenario

Ruth de Rioja Marcos, política española, experta en urbanismo y deporte, realizó en el año 2004 una investigación sobre el impacto de las grandes construcciones deportivas en las ciudades. Allí exaltó que, como parte de esa vinculación íntima que existe entre el espíritu humano y la práctica del deporte, la creación de nuevos espacios deportivos en las ciudades ejerce una huella directa en el orden identitario de sus habitantes, ya que estos establecen rápidos vínculos con estos espacios y se dispone de muy poco tiempo para que estos se conviertan en íconos culturales. Este hecho, sumado a la celebración de grandes eventos, suscita una evolución en los órdenes y valores cívicos, proyectando nuevos propósitos y oportunidades de incidencia. La apertura de otros campos de acción es sin duda el provecho inmediato que estos escenarios y los eventos que se celebraron en ellos pueden reportar.

Barranquilla y su historia pueden dar fe de ello. Recordemos que esta no es la primera vez que nuestra ciudad es sede de los juegos, ya que hace casi 70 años, en 1946, también acogimos la quinta edición de los mismos. La principal obra que se construyó para la celebración de esas justas fue el estadio de béisbol Tomás Arrieta. Aunque en Barranquilla existía una tradición beisbolística desde los albores del siglo XX, la construcción de este escenario, sumada al triunfo del equipo colombiano durante los juegos (y posterior proclamación como campeones mundiales), hizo que el interés de la ciudadanía por este deporte se incrementara hasta convertirse en un elemento integral de la cultura local. Aparte de ello, el estadio permitió que Barranquilla auspiciara otros eventos. En 1948 tuvo lugar el primer campeonato profesional de béisbol a nivel nacional, lo cual dio lugar a una nueva generación de equipos y, dentro de los mismos, a jugadores que ganaron gran relevancia y que se convirtieron en referentes para los que llegaron a las grandes ligas en las décadas de los 70 y los 80.

Desde el triunfo de Mariana Pajón en los Juegos Olímpicos del 2012, el BMX es un deporte que ha venido ganando adeptos en Colombia. Y gracias a estos juegos, en Barranquilla tendrá lugar lo impensable: por primera vez la ciudad tendrá un espacio con todos los estándares para la práctica de este deporte, lo cual sin duda despertará el interés por esta disciplina y posiblemente el desarrollo de nuevos talentos que representen al Atlántico y a todo el Caribe colombiano. Gracias a los juegos, la ciudad será competitiva en el deporte que más éxito le ha traducido a Colombia en los Juegos Olímpicos y eso desde ya nos abre muchísimas puertas.

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