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SALUD Y VIDA

Publicado 3 junio, 2021

La meditación: herramienta eficaz para conseguir ser felices

Camilo Heredia comparte sus conocimientos aprendidos de los monjes budistas en los Himalayas, en sus meditaciones diarias guiadas a través de Zoom.

Camilo Heredia, es estudiante de filosofía budista en la India y actualmente se dedica, según sus propias palabras, “a tratar de ser una mejor persona” y a compartir con los demás las lecciones de filosofía budista que ha aprendido en los Himalayas con su maestro tibetano.

Desde hace unos cuatro años fijó su residencia en el país asiático y fue esta pandemia mundial la que lo puso a prueba y le permitió darse cuenta de que todo aquello que había aprendido realmente sí servía cuando se sintió con mucha incertidumbre, estrés, tensión y miedo, a raíz de la situación actual.

Así, se decidió a compartir sus conocimientos con las personas que sabía que también estaban experimentando momentos de incertidumbre e intranquilidad como él. Gracias a sus redes sociales, @yatodoes, ha conseguido crear un cúmulo de seguidores que día a días se unen a sus meditaciones guiadas a través de Zoom, grupo que va en aumento a medida que más y más personas experimentas las bondades de dicha práctica.

El sábado 5 de junio tendrá una charla en la ciudad de Barranquilla, en la que impartirá lecciones de meditación y compartirá toda la sabiduría ancestral aprendida en los Himalayas con su maestro budista tibetano. Lobsang Choegyal Rinpoche.

¿Quién era Camilo antes de lo que es hoy? ¿Eras feliz?

Antes de la vida de estudiante en la India era un ejecutivo en una multinacional. No era feliz. Era exitoso, tenía un buen sueldo, ganaba mucha plata, tenía personal a cargo. Tenía estatus, un buen carro, vivía en un buen barrio, viajaba mucho. Pero me la pasa enfermo, tenía muchas dolencias del cuerpo y vivía completamente insatisfecho con mi vida y con todos los días de la vida. Como que no encontraba un momento de tranquilidad en mi vida nunca.

Decidí entonces tomar cursos de temas espirituales y místicos, como de ángeles. Yo no tenía de qué era el budismo, ni el Dalai Lama, pero empezaron a aparecer guías y maestros en diferentes temas. Cuando me formé como coach y empecé a ayudar los demás, se abrió rápidamente el camino para poder encontrar a mi maestro de hoy día. El primer llamado que sentí fue a hacer Un Curso de Milagros; empecé a compartir y a guiar a personas también a hacerlo.

En un momento, alguien me dijo que tenía que conectar más con la intuición y dejar más la razón, pues yo soy ingeniero industrial, administrador, economista, financiero; tengo dos títulos de pregrado y de posgrado, definitivamente muy analítico, pero tenía que aprender a conectar más con la intuición. Entonces me invitaron a hacer el famoso curso de meditación en silencio de 10 días, llamado Vipassana; allí fue mi primer contacto con el budismo. Sentí lo que me estaban enseñando en ese curso era la superficie de lo más ligero posible, y que había algunas profundidades y sutilezas a las que no estaban llegando y que no estaba explicando. Siempre me ha gustado aprender, sobre todo de temas que tienen que ver con ayudar a los demás, entonces sentí el llamado de ir a la fuente.

Me fui para India sin saber a dónde iba a llegar ni qué iba a hacer. Tenía una lista de 30 lugares para ir, y después de haber estado en Amritsar, la ciudad de los Sikhs, terminé llegando al pueblo del Dalai Lama, sin entender bien nada. Estando allí se abrió un cupo en un curso de introducción al budismo, porque alguien canceló y yo estaba en la lista de espera, así que ingresé. Justo ahí sentí que confirmé ese llamado que me llevó a la India, sentí que ya no tenía que seguir buscando, fue la certeza de saber que allí estaba lo que estaba buscando.

¿Hay muchos como tú, siguiendo este camino en los Himalayas?

No. Yo creo que, así como me pasó a mí, todos nos dejamos llevar por lo que nos dijeron que tenía que ser, que es casarnos, tener hijos, trabajar, cuidar a los nietos, hacer plata, comprar un carro, pagar la administración, ahorrar, viajar, comprar cosas, etc. Nos acostumbramos a ese camino, y de quienes deciden salirse de él, muy pocos tienen los recursos para regalarse un año entero o dos para ir a aprender en la India.

¿Eres feliz ahora?

Creo que he redefinido la felicidad. Para mi ahora la felicidad no es estar alegre ni jovial, sino estar en paz y tranquilo. La meditación me permite estar en paz y tranquilo, porque me ha enseñado a hacerme cargo de mis estados de ánimo y a ver qué y cómo estoy pensando, a soltar esos pensamientos que me traen intranquilidad para rendirme en el presente y conectarme con el amor, la compasión y el servicio a los demás. Creo que son las claves de la felicidad, porque si tienes una mente tranquila y sabes cómo soltar lo que te está yendo tranquilidad, puede entonces conectarte con tu paz interior.

Camilo Heredia junto a el Dalai Lama.

¿Volverías a tener todo lo que tenías antes, ya con el conocimiento que tienes ahora?

Si. Creo que viviría más tranquilo y enfocado, pero también con propósito. Si uno está conectado con un propósito, eso te da un impulso para estar feliz con todo lo que haces. Se puede ser feliz o infeliz con o sin dinero.

No le digo no a viajar, a tener un carro, ni a vivir mejor. Pero en este momento yo no estoy persiguiendo “tener”, sino simplemente compartir y ser. Hay una parte del “ser” que he aprendido, y es a valorar a las personas por ser, no por lo que lograron, lo que tienen, su apellido, estrato, etc. Cuando uno aprende a valorar al otro por ser, también se valora a uno mismo y no se da tan duro, tiene más amor y compasión, porque entiendes que vales por ser.

¿Fue difícil pasar de estar aprendiendo a empezar a enseñar?

Sí, porque en el mundo de los cursos hay algo que se conoce como el síndrome del impostor, qué es cuando las personas sienten que no saben lo suficiente como para compartir. Pero creo que todos tenemos una historia que compartir, así que me lancé a compartir la mía con el permiso y la bendición de mi maestro. Siempre hablo de que comparto, no soy ningún profesor ni tengo alguna licencia, simplemente comparto todo lo que he aprendido de monjes budistas en los Himalayas.

Yo no pensaba que fuera tan rápido el momento de empezar compartir, pero cuando mi maestro me conoció me dijo que en dos años iba a empezar a ayudar a mucha gente. Pensé que me lo decía para qué me quedara, pero resulta que aquí estoy, compartiendo.

Empecé a hacer meditaciones guiadas por Zoom desde la India y las mismas personas me pedían que empezara a compartir cada vez más. Ahí mi maestro me dijo que era la hora, que para eso había ido a aprender.

Regresaste durante un tiempo a Colombia y desde aquí continúas compartiendo tus conocimientos. ¿Han sido días en los que te has cargado energéticamente, después de vivir tranquilamente en los Himalayas?

Buda dice que la intranquilidad, el malestar, la infelicidad, está a la vuelta de la esquina acechándote. Tu mente te va a traer momentos de intranquilidad constantemente y va pasar por ese ciclo durante el día, y tu cuerpo también te va a traer problemas. Entonces él dice que lo primero que hay que reconocer y aceptar es la naturaleza de lo que crees que te trae una felicidad transitoria, y la vida en sí es intranquilidad.

Alan Watts decía: «El deseo de seguridad y el miedo a la inseguridad son lo mismo. Contener la respiración es perder la respiración. Una sociedad basada en la búsqueda de la seguridad no es nada más que una competencia de aguantar la respiración en la que todos están tensos como un tambor y púrpuras como una remolacha». ¿Qué hacer con la ansiedad que produce la incertidumbre y cómo lidiaste con ella cuando decidiste darle un giro de 180 grados a tu vida?

Como mencioné, una de las lecciones más importantes que había aprendido era el reconocer el valor del Ser. La otra gran lección es aceptar y rendirse en el presente, lo que eso implica es soltar los miedos a la inseguridad y el control a la seguridad. Hay una cosa que India enseña y es que nada está bajo su control, porque allá nada funciona como debería funcionar.

Cuando tuve que irme a India, sentí la certeza de hacerlo, y es simplemente confiar en que todo va estar bien. Creo que cada uno tiene que llegar a esa tranquilidad y certeza enfrentando sus propios miedos, soltando lo que se tenga que soltar y haciéndose cargo de lo que necesite.

La única forma es haciéndole frente, porque la clave de todo es reconocer que es lo que está pasando con tu con tu mente, qué es eso que a lo que le tienes miedo, qué es lo que quiero controlar, qué es eso a lo que yo le llamó inseguridad. Luego de que se pones un nombre, ver si es real ese miedo y si tiene lógica; usualmente no la tiene.

Camilo junto a su maestro tibetano Lobsang Choegyal Rinpoche.

¿Cómo podemos soltar y rendirnos en el presente?

En el día a día, el soltar y el rendirse se practica con la meditación. Meditar significa entrenarse, familiarizarse con algo para darse cuenta dónde está la mente en cada momento. El camino es Pausar, que es lo que hacemos la meditación; Observar, también lo hacemos en la meditación: Distinguir o Discriminar qué es eso que estoy sintiendo, cómo como categorizo ese pensamiento que me está trayendo intranquilidad, puede ser pereza, orgullo, enfado, celos, envidia; luego Eliges o Escoges el antídoto, o soltarlo, o conectarte con el amor y la compasión, o expandir tu punto de vista, para luego Redireccionar tu conducta, Reaccionar de una forma diferente y Rendirse en el presente.

Dije cinco letras: P, O, D, E, R. De eso se trata el soltar: pausar, observar, distinguir, elegir y rendirse. Si puedo hacer algo para arreglar las cosas, las arreglo; si no puedo hacer nada para arreglarlas, pues no hay nada que hacer y estoy tranquilo.

¿Sería algo como confiar en que, de una u otra forma, la vida lo sostiene a uno?

No, porque no puedes confiar que “si no tengo plata para comer, llega como sea”, sino más bien “qué voy a hacer yo para conseguirla”. No puedes dejar de ser responsable ni hacerte la víctima, sino que tienes que ser responsable de tu futuro.

Hay necesidades básicas que tenemos que cubrir como el cuidado del cuerpo, el techo, la salud. Todo lo demás lo podemos soltar.

¿Qué lugar ocupa dios en todo esto?

Depende de cómo lo llames dios, porque hay varias definiciones de dios en el budismo. No dice que dios existe, o que no existe, sino que no se puede probar su existencia. Como en el budismo todo tiene que ver con argumentación y debate, es difícil incluso decir que existe un dios creador. Pero también hay otro dios al que llaman la fuente (de amor, de energía).

En el budismo nada existe por su propia cuenta, todo existe en interdependencia, entonces no hay necesidad de un dios para explicar la existencia de algo, que inherentemente depende de otra cosa para que exista.

Hay quienes intentan meditar, pero encuentran dentro de sí cierta resistencia y terminan abandonándolo. ¿Nos llega en la vida el momento preciso para empezar a meditar, es decir, se da naturalmente? ¿O debemos seguir intentándolo, aunque encontremos resistencia?

Yo creo deberíamos intentarlo y seguir intentándolo. A esa resistencia y se le llama obstáculo, y los obstáculos están para superarlos y sobreponerse a ellos; sería perezoso rendirse ante un obstáculo. La pereza se divide en tres: la pereza de la procrastinación, la pereza de la distracción y la pereza de menospreciarse. Enfrentarse a esa pereza es saber que puedes superar ese obstáculo y simplemente continuar hasta que ya se superes ese obstáculo y te acostumbres a meditar, porque es a través de este entrenamiento que vas a poder hacerte cargo de tus estados de ánimo y hacer conciencia de qué es lo que estás haciendo para causar felicidad en tu entorno.

Tú transmites paz, tranquilidad. ¿También tienes tus momentos de intranquilidad?

Si, por supuesto, pero logró deshacerme rápido de estos momentos de intranquilidad con las herramientas que he aprendido. Pero no, no vivo todo el día en paz, tranquilo y feliz, yo también tengo mis momentos de aversión y de apego en los que creo que las cosas son por su propia cuenta agradables y las deseo, o por su propia cuenta desagradables y las rechazó.

También tengo mis momentos de ignorancia porque no soy un ser iluminado, no soy un Buda. Así que trato de tener cuidado en cómo estoy pensando, cuándo estoy tratando de controlar, cuándo estoy creando expectativas que creen malestar o aflicción, y vigilar mucho mis acciones y mis palabras para no molestar a nadie. Creo que eso es lo que la gente percibe cuando me ve, cuando me rindo al presente.

Tú has encontrado tu propósito de vida. ¿Por qué algunos tardamos en encontrarlo?

Por pereza. Puedes decir “cuando ya tenga 50 años”, “cuando ya mis hijos salgan de la universidad”, “cuando ya esté jubilado”, después de eso es que me dedico a mi crecimiento espiritual y de conciencia, a mi propósito. O no lo busco porque es más divertido bailar, rumbear, drogarme, ver porno, estar todo el día en redes sociales. O por menospreciarse, al pensar que no se es capaz, que nunca va a ser posible vivir el propósito.

¿Qué sucede con las personas que durante su estancia en la Tierra no lograron encontrar su propósito?

Yo creo que el propósito de todos, a fin de cuentas, debería ser alcanzar un estado en el que podemos, desde la tranquilidad y la sabiduría, ayudar a los demás a alcanzar mayores estados de tranquilidad y sabiduría. Si no lo consigues en esta vida, lo consigues en la próxima.

¿Por qué hay quienes se obsesionan en su camino espiritual al punto de no estar en equilibrio, sino que rechazan todo aquello que hacía parte de su vida anterior?

Hay un término del camino espiritual que me gusta mucho, se llama el “atajo espiritual” o “bypass espiritual”, que es leer u oír sobre una teoría, más o menos pensar o reflexionar sobre esa teoría y por eso ya pesar que llegaste a la meta, y que ya no tienes que caminar y esa caminada cuesta tiempo y lágrimas, un poco, porque toca dejar muchas cosas que antes creías que eran verdad

Otro que me gusta mucho es el “ego espiritual”. Estos hablan del caer en las trampas del “ya entendí”, “ya sané”, “ya leí”, ya avancé”, “ya estoy iluminado”; o “yo ya sané, ya hice mi trabajo, entonces ya estoy en otra parte”. Si te das cuenta todos empiezan con “yo ya”, entonces es como un nivel de arrogancia de creer que has hecho un camino que seguramente no has hecho, porque piensas eso.

Si la experiencia que tú tienes te cambia la perspectiva de la vida y empiezas a ver a los demás y las relaciones de una forma diferente, entonces puedes hablar que de verdad sanaste. Pero si todavía estás aferrándote a un yo que tienes que proteger y asegurar, si todavía juzgas a los demás, entonces seguramente te falta.

Un buen practicante no se delata como practicante, ni lo dice ni lo demuestra con exageración. Lo demuestra con sus pensamientos, con sus palabras, con sus acciones, no con su forma de vestir, no exagerando su amabilidad, ni su sonrisa, ni sus favores, ni el complacer, sino que lo hace con sabiduría, cuidándose y cuidando a los demás. El buen practicante es el que ama y tiene compasión con sabiduría y sin presumir.

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