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ACTUALIDAD

Publicado 27 diciembre, 2018

La diferencia entre vivir y existir es vivir tu propósito

Eso único que tú viniste a dar, nadie lo va a poder dar por ti y el presente espera por ello. Es tu aporte a la vida y es la mejor manera de vivir y dejar solo de existir. Con la brisa, las luces, las fiestas, las risas y las celebraciones de diciembre, llega también la autoevaluación por lo que se logró y lo que no.

Llegan sensaciones de júbilo y gratitud por los sueños realizados durante el 2018 y la ansiedad por aquello que deseamos para el 2019.

Lo primero que debes preguntarte es: ¿Qué tanto de eso que lograste nutrió y revitalizó tu vida? ¿Lo hiciste por ti o por complacer a otros? ¿Qué tanto de todo lo logrado puso magia en tu vida cotidiana? Muchos, de alguna manera nos hemos condicionado a expectativas ajenas, hemos dejado que nos comande inconscientemente el dar gusto y evitar disgusto, que nos motive el miedo a no fallarles a los demás y tener que agradar a todos, con el alto costo que ello representa.

En este hacer para y por otros, nos faltamos a nosotros mismos y nos perdemos de aquello que vinimos a dar de manera excepcional. Desde pequeños fuimos enseñados a aprender hacer lo que otros querían y a dejar de hacer lo que nosotros deseábamos. Es necesario que comprendas que lo único que te vas a llevar es lo vivido, así que es un deber y un derecho que empieces a vivir lo que te quieres llevar.  Eso se logra solo a través de un propósito.

Nuestro propósito es nuestra huella en esta existencia, nuestro legado, el hilo conductor de nuestras experiencias, que además nos nutren y llenan de energía vital. Experiencias que se vuelven aprendizajes, referentes o ejemplos en la vida y en el corazón de otros. Para que empieces a hacerte cargo de tu propósito, debes hacer consciencia de tus talentos.

Todo ser humano vino con algo excepcional a esta existencia, a través de la cual está llamado a darse y servir. Son los talentos, condiciones innatas y exclusivas de cada sujeto, dados para que cada uno brille. En alguna ocasión, escuché a Alejandro Jodorowsky referirse a los escritores, poetas y artistas. El decía: como no hay uno mejor que otro, cada uno es el mejor, porque ninguno lo puede hacer como otro; porque cada escrito, pintura o poema, está dado para llegarles a todos de una manera diferente.

Cada persona tiene una única experiencia con el talento del otro. Eso hace que tu talento sea tan exclusivo que solo tú lo puedes hacer como tú lo haces. Talento es aquello con lo que venimos a brillar, con lo que venimos a impactar. ¡Esa es nuestra magia! Todos venimos con nuestro paquete de talentos, pero no todos los hemos descubierto. Muchos talentos han quedado sepultados bajo las expectativas y condiciones de otros, de la sociedad, de los ideales, tendencias y juicios ajenos. Pero eso único que tú viniste a dar, nadie lo va a poder dar por ti y el presente espera por ello. Es tu aporte a la vida y es la mejor manera de vivir y dejar solo de existir.

Los talentos puestos al servicio se convierten en nuestras pasiones. La pasión es una condición del corazón y es todo aquello que lo llena de júbilo, que lo pone a latir bien, a latir fuerte y bonito. Son estas pasiones al servicio de los demás las que nos llevan a vivir nuestro propósito. ¿Qué tanto de lo que haces pone en estado de gozo tu corazón? ¿Qué tanto de lo que has logrado te ha llenado de vida? ¿Lo que realizas te pesa, te cansa o te revitaliza? Estas preguntas te permiten detectar qué hace parte de tu propósito y qué simplemente estás haciendo por hacer, por sobrevivir o por otros. Ya está bueno solo de existir, vienes a vivir y para vivir se requiere de ganas y valentía. Que todos podamos respirar y vibrar con tu magia. ¡No te quedes con tu mejor melodía sin compartir!

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